martes, 30 de octubre de 2007

Bautizo en el Esca

Ya aquel 12 de Junio mi padre tampoco quiso besarme en la frente como solía hacer cuando salía del pueblo, sino que me dio la mano como a un hombre, lo que me lleno de orgullo.

Cuando llegué a la badina donde botábamos las almadías, a las afueras del pueblo, mi padre no estaba, tan solo mi madre, con el zacuto con algunos enseres, ropa seca, pan, chorizo, y algo de fruta. Se despidió con una lágrima apenas contenida, era la primera vez que no iba a dormir en casa.
Nada más llegar a la almadía, quise ponerme en el remo delantero del primer tramo, a la derecha, en vez de quedarme con el zurrón, en el centro de la navata, como se me había dicho.
Los tíos me dejaron, pero a la primera de vuelta, y ya en el río, me gastaron una broma. Dejaron que la almadía se escorara a la derecha en el salto de una pequeña presa y no me avisaron. Mi tibio cuerpo fue a parar a las frías aguas del Esca.
Aun recuerdo sus risotadas mientras con todos sus brazos me sacaban del agua y subían a la almadía. Fue una lección, que con el tiempo les recordé a ellos, pero mucho mas tarde.